Seguramente usted ha escuchado que México es famoso por su tequila y quizá alguna vez haya disfrutado de una o dos margaritas pero, ¿sabe cómo se elabora esta fascinante bebida? Descubra cómo llega el tequila a nuestros vasos ¡y brindemos por el país que lo lleva a nuestra mesa!
El proceso de producción de tequila no es rápido ni fácil. Esta maravillosa bebida se produce destilando el jugo fermentado de la planta de agave azul, el cual sólo se encuentra en ciertas regiones en México. De largas, delgadas y firmes hojas, el agave azul es una especie cuantiosa e imponente. Similar a una piña, su espinoso exterior protege su precioso corazón, al cual se le llama “mezcal”, palabra náhuatl que significa “la casa de la luna” y que básicamente es la esencia de la planta, también conocida como piña. Puede tomar de 7 a 10 años para que una planta de agave alcance la madurez completa. Una vez que está lista para la cosecha, el corazón del agave –lugar en el que se almacenan la mayoría de los azúcares–se extrae en un proceso meticuloso llamado “jima”.
El agave es cosechado por un “jimador”, quien juega un rol esencial en el proceso debido a que su conocimiento y maestría en el oficio pueden determinar la calidad del alcohol. Dependiendo de la edad, tipo de agave y técnica de cortado, el corazón puede pesar alrededor de 90 kilos. Una vez que esta difícil tarea concluye, los corazones se recolectan y transportan a plantas de destilación en donde se les cocina a presión. Después se les muele, se extrae el jarabe y se fermenta en barricas de madera o en tinas de acero inoxidable. Finalmente, el mosto (los residuos) es destilado una vez para que se le considere “ordinario”, y dos veces para que sea calificado como “plata”. Para que se le considere tequila, el licor debe tener al menos 51% de agave.
La palabra “tequila” viene del náhuatl y significa “lugar de tributos”. También es el nombre de una ciudad en el estado de Jalisco, de la cual este licor es originario. Las leyes mexicanas establecen que el tequila sólo puede producirse en Jalisco y ciertos municipios en los estados de Guanajuato, Michoacán, Nayarit y Tamaulipas. Cada botella tiene un certificado de denominación de origen en el que se establece el municipio del que proviene.
Clasificación de acuerdo al añejamiento:
Blanco: Se embotella después de la destilación. No tiene contacto con la madera.
Reposado: Se almacena en barricas de roble blanco por un periodo mínimo de dos meses y permanece ahí menos de un año. Es más suave que el blanco, con un color oro o ámbar claro y un toque de madera en su sabor.
Añejo: Se añeja durante al menos un año en barricas de roble blanco, su color es oro intenso o ámbar oscuro. Su sabor es fuerte, a madera. Si se ha añejado durante al menos tres años puede considerarse “extra añejo”.